Había gente que se refugiaba en ese hotel para colocarse y perderse entre la bruma, otros para desaparecer de la opinión pública y de la luz del día. Otros iban para perpetrar sus crímenes con impunidad. Yo elegí aquel lugar para escribir y para escapar de mis fantasmas. Huí de ellos y encontré otros. Aquella estancia se volvió tortuosa. Recuerdo que el aire era verde. No creo que ya ni siquiera fuera aire. No distinguía del día de la noche. Aquel hotel era un enjambre de habitaciones que contenía un alma perdida. Y yo era una de ellas. Y no me encontré jamás.