Mientras escribo suena It's Not Up To You de Björk
Hola;
Espero que estés bien, muy bien o, al menos, mejor que desde mi última carta.
Nota: Al terminar de escribir esta carta conocí la noticia del fallecimiento de David Lynch. De haberla escrito sabiéndolo, esta carta hubiera sido muy distinta. En la próxima, escribiré sobre él y su enorme influencia en mí y mi obra.
Te envío esta primera carta de 2025 esperando que hayas pasado las mejores navidades posibles y que hayas sobrevivido a esa ola de festividades y eventos sociales y familiares potencialmente mortal de la que hablaba en mi última carta.
Por mi parte indicarte que he salido vivo (que no es poco), que he pasado estas fiestas con ciertos altibajos pero con un balance positivo y he comenzado el año con bastante energía, algo que incluso a mí me ha sorprendido, porque ha sido algo diametralmente opuesto al comienzo del año pasado.
Me siento más creativo y también más animado para encarar proyectos profesionales y personales que hace un año. Me obligué al acabar el año (normalmente lo evito) a realizar un balance de mi año, un wrapped vital por denominarlo de una manera muy tendenciosa (y asquerosa)*.
Es algo que por supuesto, solo sirve de repaso mental a las cosas que he realizado o vivido este año, algo que se diferencia a lo que acostumbro a hacer, que es pensar en las cosas que NO he hecho o que me quedan por hacer. Esto es algo que, supongo estarás de acuerdo conmigo, desgasta un montón.
Mi lema el año pasado fue “voy a hacer lo que pueda con lo que tenga” y con ese espíritu surgió Cocotte Minute.
No reviso las cifras de visitas (ni tampoco las estadísticas de estas cartas). No miro el impacto que tiene lo que voy publicando y tampoco (creo y espero) doy demasiado por saco promocionando, porque nunca ha sido lo mío y no me apetece hacerlo.
¿Me iría mejor buscando estrategias o exponiéndome más en redes? Puede, o puede que no, porque el algoritmo, como buen reflejos de los gánsters que las dirigen, solo te favorece si lo untas con billetes.
Y no me apetece nada de eso. Mi filosofía al iniciar Cocotte Minute (en un par de meses hará un año que lancé este espacio) fue la de que quien quiera entrar que entre, quien quiera leer que lea y quien quiera suscribirse, que se suscriba.
Prefiero emplear mi tiempo en crear cosas y disfrutar con ello, porque todo este tema de promoción lo llevo bastante mal y siempre me ha causado bastantes neuras. Y, seamos honestos, hacer promo a este nivel es como intentar que te escuchen cantar una nana estando en el público en mitad de un concierto de Sepultura en el 96.
Así que sigo estando muy agradecido de que emplees parte de tu preciado tiempo en leerme y disfrutar (espero) de lo que hago. Y si prefieres hacer otra cosa en vez de eso, también me parece estupendo, que para eso es tu tiempo.
Creo que a los creadores y artistas todo este tema de promocionarnos nos ha vuelto un poco locos, porque nos hemos visto en la tesitura de emplear más tiempo en mover lo que hacemos en medio de un océano de ruido y saturación mediática que en hacer cosas que mover.
Las discográficas y editoriales han delegado mucho peso de la difusión (o bien presionan para que te involucres totalmente en ese sentido) cuando creo que, cuando te respalda un sello o una editora, no debería ser así y debería ser una gestión realizada principalmente por parte de ellos.
Es más, ahora te auditan tu impacto en redes (cuante gente te sigue en las mismas) y es un factor muy importante y decisivo a la hora de apostar por ti. Así que si tu obra es estupenda pero tienes pocos followers, igual te comes una mierda.
Y lo más triste de todo este clima es ver como artistas y creadores llaman a lo que hacen “contenido”. Es una de las palabras que más odio del mundo. Supongo que está bien para streamers y youtubers, pero me repele el uso que se hace de ello en el ámbito de la creación artística.
Creo que este momento de una reciente entrevista a Carolina Durante ilustra bastante bien mi opinión al respecto.
Hago tebeos, ilustraciones, canciones o escribo cosas. Pero no es contenido ni lo considero un producto. Ni el eufemismo de“producto cultural” (mientras escribo estas palabras me da un tic en un ojo). No es un producto manufacturado, no es comida ultra procesada, envasada, consumida y cagada. La aceptación de este término es otro gran triunfo del sistema que vivimos ha sido equiparar una cosa con la otra.
Precisamente el hacer las cosas a muy baja escala, con cero impacto, de manera amateur y autogestionada implica también un tratamiento muy personal y cero corporativo de lo que se hace.
Hace unos días pude darme una vuelta por Tenderete, festival de autoedición organizado en Valencia. Ver a tanta gente talentosa mostrando las cosas que hacen (pequeñas tiradas y autogestionadas de cómics, ilustraciones, posters, camisetas y obras originales entre otras cosas) me pareció muy inspirador. Comprobé que ese ecosistema me gusta y me gustaría probarlo, porque es donde puedes encontrar las propuestas más puras. Es un poco como escuchar a grupos maqueteros. Las producciones pulidas están muy bien, pero hay algo en las maquetas (y en los discos de debut) que luego los grupos pierden para ganar otras. Llámalo esencia, domesticación, expectativas o intentar contentar a alguien, pero siempre cambia algo. A veces a mejor. Pero otras, algo de intención también se va por el camino.
En fin, conclusión: que en 2025 seguiré haciendo lo que pueda con lo que tenga y espero que te siga interesando y disfrutando con ello. Sería genial que así sea.
*El otro día me salió un wrapped en Booking. Flipé bastante. Estoy esperando ansioso que los de la Agencia Tributaria también se apunten a la tendencia y que lo llamen Declaración de la Renta o algo así. |