|
Mientras escribo suena Bleeding Heart de Curve
Hola;
Espero que estés bien, muy bien o, al menos, mejor que desde mi última carta.
El otro día estaba pensando en algo: sobre cómo cambian, conforme vas creciendo, los miedos*.
En la infancia, los miedos son a lo desconocido, mientras que de adultos, en gran medida, nuestros miedos son precisamente a lo que conocemos. Conocer a veces puede ser terrible.
Eso me hizo pensar también en que algo que siempre me ha deprimido un poco es la sensación de que, al crecer, el mundo se convirtió en algo más prosaico, lo cual ha hecho que desde entonces haya continuado perdiéndome en mundos imaginarios, con cierta voluntad escapista.
Y Aunque sé que la nostalgia es peligrosa y que esta puede engullirte, a veces sienta como una infusión caliente en un día de frío. Así que, en esta tarde desapacible de final de noviembre, me voy a permitir recordar las cosas que me daban miedo de niño.
Es algo que me reconforta en cierta medida, extrañamente, ya que me recuerda una época en el que el mundo era más misterioso e incomprensible. Supongo que por eso no he dejado de ver o sentir cosas que me puedan producir terror. En el fondo, esa sensación de cierta desprotección hace sentirme un poco como un niño otra vez.
Además, creo que mis miedos formaron, en cierta medida, mi universo creativo. Porque desde pequeño comencé a dibujar las cosas que me daban miedo. No sabía que estaba usando el arte de la misma manera que nuestros antepasados prehistóricos. Cuando ellos dibujaban animales en las cavernas era para atraerlos, para controlarlos. Cuando yo dibujaba algo que me daba miedo, conseguía tener la sensación de que controlaba esa emoción, que conseguía dominar mis miedos.
Así que te cuento:
No sé si fue el primer miedo, pero uno de los primeros que recuerdo fue algo que vi en casa de mis abuelos. Una visión pareidólica creada con posiblemente una lámpara y juego de luces que para mí fue un señor con capa y sombrero de copa que estaba frente a mí, observándome. Todavía recuerdo esta imagen de manera viva. Fue la primera y única noche que dormí en la cama con mis abuelos.
Desde entonces he dibujado mucho señor con sombrero de copa, por lo que sea.
De esa época recuerdo traumatizarme con varias escenas de películas. Una que creo que también lo hizo a toda mi generación fue esta de la versión de 1979 del Salem's Lot de Stephen King dirigida por Tobe Hopper. No había ventana por la que no viera aparecer a ese puto niño. Y tuve pesadillas durante meses (o años) por ello. |