Mientras escribo suena Seed of Doubt de Madeleine Goldstein.
Hola;
Espero que estés bien, muy bien o, al menos, mejor que desde mi última carta.
Ha pasado un tiempo desde que te escribí por última vez, lo sé.
De nuevo, he vuelto a la vorágine de carga de trabajo que me impide tener mejor cuidada esa parcela de mi vida que son mis proyectos personales. Así que disculpas por demorar tanto esta nueva carta.
Es curiosa la situación. Como sabes, en gran medida, el poder arrancar estos proyectos personales y cero lucrativos como Cocotte Minute, Lazaretto Island o estas cartas fue debida a una bajada de intensidad de mi ritmo de trabajo.
2024 fue un año en el que la carga de proyectos decreció bastante (no totalmente ni puedo decir que estuve parado, pero una reducción significativa sí que fue), lo cual me hizo disponer de un tiempo muy valioso para emplearlo en proyectos que iba delegando y retrasando. Tiempo, fundamentalmente, para poder dibujar, una de las actividades que más disfruto.
También para poder enfrentarme al álbum de Niña de Fuego que lanzaremos en unos días (luego te comento sobre esto). Pero las neuras de autónomo pesan y aunque me vino genial reducir el estrés laboral, llegó la ansiedad por miedo al futuro y la inestabilidad. Llevo 17 como autónomo (aunque 4 más mendigando trabajos malpagados) y todavía hoy sufro de intolerancia a la incertidumbre.
Aunque he de decir que es bastante manejable porque si no, estos años se hubieran convertido en una tortura y no ha sido así. Pero es cierto que vivir sin saber lo que va a pasar laboralmente a medio plazo es algo con lo que cualquier profesional por cuenta propia aprende a convivir. Y no siempre es fácil.
En fin, que me gustaría poder decirte que disfruté (me fastidia hablar en pasado) de esa situación un poco más relajada, pero ese miedo siempre estaba latente, como un pequeño zumbido en la oreja.
Te decía al comienzo de la carta que es curioso porque yo me planteé tener esa situación de manera voluntaria en 2020, coincidiendo que cumplía 40 años. Fue a finales de 2019. Llegué a ese final de año completamente destrozado a todos los niveles, laboral y personal. Llevaba arrastrando un ritmo de trabajo muy elevado desde años antes y mi ansiedad estaba disparada. Me di cuenta de que no había parado de soportar una carga de trabajo muy intensa desde 2013.
Siempre decía que estaba subido en una ola y que era complicado bajarse de ella sin matarse en el intento. Así lo sentía. He de decir, que por supuesto, estaba equivocado.
Mi situación personal también era bastante complicada y sentía que estaba al borde de implosionar. Entonces pensé en reducir mi actividad laboral al mínimo y tener un año sabático en ese año 2020, centrándome en ocuparme de proyectos personales (dibujar, escribir...). También me propuse comenzar a cuidar mi salud mental, cosa en la que sigo trabajando día a día, gracias a someterme a terapia psicológica.
La idea del año sabático era estupenda, pero por falta de valor lo fui posponiendo. Llegó la pandemia, vinieron picos de trabajo muy altos y continue hasta que las circunstancias me obligaron a bajar el ritmo el año pasado.
Ahora que de nuevo ha vuelto a subir el ritmo de trabajo, tengo una sensación agridulce. Por un lado, continúan surgiendo proyectos laborales estimulantes, creativos e interesantes. Pero veo de nuevo peligrar esta parcela creativa de mi vida que me hace estar realizado y por tanto, feliz. Y también cierto sensación de no haber disfrutado del todo de aquella situación por estar preocupado por mi estabilidad laboral.
La diferencia es que ahora ya no quiero perder esa parcela. He decidido que no quiero volver a abandonar mis proyectos personales. Así que ahora estoy en búsqueda de un equilibrio. Puede que sea posible, puede que no. Ahora mismo admito que lo veo un poco complicado porque estoy en una etapa de volver a dormir poco y mal y sentirme agotado y con el cerebro recalentado (algo que se irá agudizando conforme vayamos entrando en el verano). Eso se muestra también un poco en la bajada de ritmo de publicación en Cocotte Minute. Espero poder también equilibrar el ritmo de publicaciones.
Pero seguiré buscando un equilibrio, aunque como dijeran los Piratas, sea imposible. |