Mientras escribo suena Christmas Time de Smashing Pumpkins
Hola;
Espero que estés bien, muy bien o, al menos, mejor que desde mi última carta.
Como prometí, esta carta es algo especial porque es la primera que mando coincidiendo con la llegada de la navidad y fíjate, me hace hasta ilusión. Como ya dije en la carta que envié en la época de Halloween, siempre estaré en el equipo de celebrar lo que sea (que eso no implica que yo celebre ni deje de celebrar).
Creo que estarás de acuerdo conmigo de que la navidad, pasada la infancia (a veces ni aún así) es una época complicada. No es extraño que las circunstancias hagan que las ganas de celebrarlas estén bajo mínimos. No te voy a negar que siempre que llegan estas fechas, me asalta algo de ansiedad y también melancolía. Creo que es inevitable y a todos nos pasa en mayor o menor medida.
¿Te suena una serie infantil de anime de los 80 titulada “Samed el Duende Mágico?”. Es una serie basada en unos libros ingleses infantiles de principios del siglo XX y gira en torno a un grupo de niños y su relación con una especie de genio que vive enterrado en arena y que concede deseos que duran hasta la puesta de sol. En cada capítulo, al formular un deseo, Samed solía tergiversar la petición y acababan ocurriendo desastres y embrollos. La recuerdo bastante divertida.
El caso es que tengo un capítulo grabado a fuego y su argumento era que uno de los niños pedía tener una fastuosa fiesta de cumpleaños para el propio Samed, pero descubrirán que ese deseo requería estar feliz en todo momento para poder disfrutar de la fiesta. Esto lo que ocasiona es que, si los participantes en la fiesta no estaban felices, lo que era una divertida y luminosa fiesta se convertía en una tétrica pesadilla llena de zombies y monstruos, lo que provoca que los protagonistas se obliguen a fingir estar felices todo el rato hasta que el deseo expire para no acabar pereciendo.
Bueno, pues eso puede ser la Navidad, ¿no crees?.
Podemos llegar a machacarnos mucho con esa idea tan tóxica de que esta es una época especial, en el que nos convertimos por arte de magia en mejores personas y todo es maravilloso.
Realmente, creo que es la época perfecta para que todas las tensiones familiares y afectivas se potencien e incluso exploten y creo que en parte es por estas expectativas. Al que haya visto la serie The Bear, creo que en mayor o menor medida habrá vivido una situación que le recuerde al famoso capítulo de la cena de Nochebuena (capítulo hiperbólico y sobreactuadísimo, cierto es, y que me dejó estresado perdido, supongo que esa era la intención).
Nos hemos expuesto demasiado al modelo de navidades felices y perfectas que nos ha vendido el cine y los maratones televisivos de telefilms navideños que al final hemos acabado creyéndonos que esas narrativas son reales o alcanzables. O lo que es peor, que las cosas deberían de ser así.
Y mucha gente tiene situaciones afectivas y familiares complejas, por los más diversos motivos y eso, hace que la llegada de la Navidad pueda generar más reacciones negativas que positivas.
Yo personalmente las encaro como supongo que hará un surfista cuando tiene que cabalgar una gran ola. Intento hacer equilibrios y dejarme llevar por la ola intentando no matarme por el camino.
Y si ha sido una buena cabalgada, bien. Y si no, pues ya vendrá otra ola mejor. Lo importante es no quedarse por el camino.
Hay un viejo dicho que dice: “hacer de un lunes una nochebuena”. Se lo he oído a la gente de campo (también en la hostelería), cuando un día de lluvia no les permitía faenar. Creo que es un buen dicho. Aprovechar cualquier momento para celebrar, sin todas las presiones que nos marcan ciertas fechas. Estoy seguro que cualquiera hemos tenido veladas más divertidas y entrañables que en una Nochebuena o Fin de año. La clave es ser conscientes de ello.
Así que, si odias la navidad, te deseo que pasen lo antes posible y, si puede ser, acompañado de gente que aprecies. Y en el caso de que sí las disfrutas, que lo hagas también en la mejor compañía posible.
Te desearía que al cuñado/tío/pesado de turno que te da la turra en las reuniones familiares le diera afonía total, pero no creo que vayamos a tener tanta suerte.
Que nos toque la lotería también lo descartamos, pero ojalá en mi próxima carta tenga que retractarme. |