UN LIBRO.
Como te comenté en una carta anterior, tenía planeado releer "Momo", de Michael Ende este verano. Bueno, pues lo he leído ya. Lo leí por primera vez de niño (9 años tenía) y aunque tenía la novela muy borrosa, algunas escenas estaban grabadas en mi cabeza (debido también a la versión cinematográfica que vi muchas veces en aquella época). Como te comenté, siempre me surgen un poco de dudas a la hora de revisitar cosas que han sido importantes en mi infancia, porque pueden llevar a la decepción y deslucen el recuerdo. En este caso, ya te adelanto de que no solo no ha sido así, si no que este reencuentro me ha dejado más afectado (positivamente) de lo que pensaba.
Cuando leí "Momo" de niño, recuerdo mi preocupación por la protagonista, porque no tenía padres y no se sabía su origen. Eso a mí me afectaba mucho y solo deseaba que Momo fuera mi amiga para que no estuviera sola, (sufría mucho con eso). También recuerdo que los hombres grises me daban miedo y que tenía la certeza de que a mí nunca me engañarían.
Qué equivocado estaba.
Lo primero que he comprobado es que los hombres grises me siguen dando miedo, pero esta vez lo que más me ha afectado no han sido las circunstancias de Momo, (aunque me seguiría gustando que fuera amiga mía). Tampoco me interesa su pasado, porque es irrelevante. Lo que me ha golpeado fuerte es comprobar que he sido totalmente engañado, yo también, por los hombres grises.
Este libro ha vuelto a mi vida en un momento ideal. Casualidades. Un momento en el que me estoy replanteando muchas cosas. Entre ellas la gestión de mi tiempo, el cual cada vez es más valioso por escaso. Porque el tiempo es el verdadero protagonista de este libro. De pequeño esto no me preocupaba, porque el tiempo parecía casi infinito. Ahora, todo esto es diferente. Porque me pregunto si lo empleo de la mejor manera posible.
Y no me refiero a si lo rentabilizo, si soy eficiente, si crezco profesionalmente, si me enriquezco. Ahora me pregunto si disfruto de mi tiempo. La respuesta, como podrá ser, seguramente la tuya, es que a veces sí y a veces no.
Cuando en la novela sale el personaje de Gigi Cicerone, un contador de historias que anhela el éxito, no he podido dejar de verme reflejado. En la novela, los hombres grises lo engañan, le otorgan todo lo que cree haber deseado siempre y esto le llena de una total sensación de vacío. Me he identificado mucho con esto.
Es muy curioso perseguir el éxito cuando ni siquiera sabes como definirlo. También es curioso tomar este concepto (el éxito) como meta, cuando como mucho puede que sea un punto (muy efímero) en el camino. Lo perseguimos con la promesa de que cuando llegue ese momento, pararás a disfrutarlo.
Tengo la sospecha de que eso es imposible. No creo que, cuando anhelas esto, llegue un punto en el que te des por satisfecho*.
Y lo sé porque si no disfruto (y valoro) lo que tengo ahora, ¿que cambiaría entonces?
Los hombres grises nos engañan para que nos desnortemos y nos obsesionemos por cosas que se esfuman como el humo, por promesas de prosperidad impuestas por un sistema que solo quiere que consumamos y produzcamos sin parar. También nos programan para no tener nunca suficiente. Y también para que dejemos de valorar lo que siempre nos ha hecho sentir bien.
Verme reflejado en este sentido me ha hecho reflexionar bastante sobre ello, porque llevo un tiempo intentando escaparme un poco de esa rueda e intentar, en la medida de lo posible, hacer las cosas que simplemente me hacen sentir bien.
Que no es poco.
No es algo que se pueda conseguir de la noche a la mañana, pero sigo intentando transitar ese camino.
Te decía que no sabría decir lo que es el éxito, pero si me paro a pensarlo, he superado con creces las fantasías de éxito que tenía de niño. ¿Sabes cuál era?
Que un día yo contaría mis propias historias en historietas. También que me podría ganar la vida dibujando o algo parecido.
He conseguido realizar ambas cosas, pero lo que más valoro es que son cosas que me siguen haciendo sentir bien, a pesar de todo. Digo esto ahora muy convencido, pero es muy fácil que lo olvide y los hombres grises vuelvan a engañarme. Intentaré estar alerta siempre porque siempre acechan. Intenta que no te atrapen a ti también.
Dicho esto, " Momo", además de ser un libro muy bellamente escrito y una reflexión profunda sobre el concepto del paso del tiempo, es una fábula con un poso muy crítico con la sociedad actual. Es llamativo lo vigente que continua siendo, para ser un libro de principio de los 70. Michael Ende vio los peligros del liberalismo y el capitalismo y de lo que hace este sistema con las personas. No solo no ha cambiado nada, si no que ha ido a peor. Solo hay que ver como están las cosas para comprobar que los hombres grises nunca van a tener suficiente. Nunca.
En estos días grises (cada vez más oscuros, como los trajes de estos malvados), leerlo puede hacerte sentir lo mismo que cuando Momo te escucha: la alegría que produce disfrutar de las cosas auténticas de la vida y un atisbo de esperanza.
En el equipo de Momo, siempre.
*A los ricos le pasa lo mismo con el dinero, por lo que sea. |